Epítome de la vida de Horacio Quiroga

La vida y obra de Horacio Quiroga semeja uno de sus propios cuentos. La muerte preside el decurso biográfico de este escritor uruguayo, nacido en Salto, cerca de la frontera con Brasil.

Por Itán Sair

Uruguayo. Figura cumbre en la cuentística hispanoamericana. Se le puede considerar como padre de una de las tendencias principales del siglo XX: el criollismo. Además, “El hombre muerto”, es tal vez el primer ejemplo hispanoamericano del realismo mágico. Sus cuentos revelan una obsesión por la muerte violenta, que refleja las experiencias de su propia vida. Su padre, su padrastro, su mejor amigo, su mujer y él mismo se suicidaron o fueron víctimas de disparos fortuitos. Participó en la vida bohemia de los modernistas de 1900 en Montevideo. Así, presidió el “Consistorio del gay saber”. Después vivió en la provincia tropical de Misiones, Argentina, de donde sacó el material para la mayor parte de su obra. Sus mejores colecciones son Cuentos de amor de locura y de muerte (1917), Cuentos de la Selva (1918), El Salvaje (1920), Anaconda (1921), El desierto(1924), La gallina degollada y otros cuentos (1925), Los Desterrados(1926) y Más allá (1935).

La vida y obra de Horacio Quiroga (1878-1937) semeja uno de sus propios cuentos. La muerte preside el decurso biográfico de este escritor uruguayo, nacido en Salto, cerca de la frontera con Brasil. La accidentada muerte de su padre y el posterior suicidio de su padrastro marcarán con el trágico e indeleble signo de la muerte su infancia y adolescencia. A Quiroga ya desde niño se le manifestó su vocación literaria: no obstante, estudió múltiples y variadas materias y desempeñó diversos oficios. Fue estudiante de química, filosofía y literatura y trabajó de mecánico, carpintero, albañil, fotógrafo, etc. Así, adquirió una gran versatilidad de conocimientos.

Ya de adolescente empezó a escribir algunos versos, hasta que en 1901 publicó su primer libro: Los arrecifes de Coral, compuesto de poesía y prosa, característica propia del modernismo. Ésta su primera obra refleja sentimientos y reflexiones un tanto banales, de ahí que la crítica la calificara de pueril. Comenzó a relacionarse con los círculos literarios de la época y formó parte de un grupo de jóvenes escritores de Montevideo denominado “Consistorio del gay saber”.

Mató accidentalmente a un íntimo amigo suyo mientras revisaba una pistola. Este trágico incidente lo llevó a abandonar el país, estableciéndose en Buenos Aires. Por esa época realizó un viaje a París en precarias condiciones económicas. A su regreso a Buenos Aires se incorporó al círculo de Leopoldo Lugones y en calidad de fotógrafo formó parte de la expedición que éste organizó en 1903 por la región selvática del norte del país. Desde entonces Quiroga se siente atraído y vinculado a esos parajes.